jueves, 29 de mayo de 2014

Naturaleza muerta con silla de rejilla


Naturaleza muerta con silla de rejilla (1912), de Pablo Picasso (1881-1973)

Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 1881-1973), artífice del cubismo, abandona la primera etapa de este movimiento, la considerada como analítica, para dar paso, con Naturaleza muerta con silla de rejilla (1912), a la época del cubismo sintético. Esta corriente ha sido considerada como un periodo de los más radicales del panorama artístico occidental; se caracteriza, principalmente, por el abandono de la estética naturalista y dar cabida a un arte de mayor complejidad; se persigue, por tanto, que el espectador haga esfuerzos mentales para la interpretación de la obra. Para ello se va a representar las partes de un todo fraccionadas, y dichas partes no se van a mostrar desde la perspectiva habitual; el pintor, con la ayuda de planos, recoge sobre el lienzo formas geometrizadas desde diferentes puntos de vista al mismo tiempo.

En Naturaleza muerta con silla de rejilla, Picasso no presta tanta atención a ese cubismo analítico que descompone todas las partes para ser analizadas geométricamente en distintos planos; ahora, con esta obra, inaugura y experimenta una evolución en el modo de descomponer los temas. Al cubismo sintético le interesa más resaltar las partes esenciales de los motivos, y estos van a ser representados con planos geométricos amplios. Estos serán delimitados con diferentes contornos remarcados, y se recurrirá al montaje de la composición con elementos que no se habían utilizado hasta entonces en pintura. De hecho, Naturaleza muerta con silla de rejilla es considerado uno de los primeros collages de la historia del arte. Sus pequeñas dimensiones, de tan sólo 27 x 34,9 cms., revolucionaron el modo de presentar un “cuadro”.

El bodegón no muestra un único tema ya que se puede apreciar, con ayuda de la descomposición en planos geométricos y los contornos a los que hacíamos referencia, diferentes objetos; por un lado tenemos la introducción de elementos tipográficos, que se comenzaban a introducir en algunos cuadros: las letras “JOU” hacen referencia a journal que significa periódico en francés; por otro lado, y como exclusividad para el momento, Picasso recorta un trozo de hule que simula la base de caña enrejada de un asiento, y lo adhiere a la composición como un elemento más. Este trozo de hule, colocado en la parte inferior, delimita la parte superior del pequeño ovalo enmarcado con una soga; siendo la guita, además, otra novedad introducida por el pintor malagueño. Incluso, como cuerdas, los gruesos contornos delimitan cada plano relleno de colores oscuros y pálidos: grises, verdes y amarillos apagados, que es la gama cromática que prevalece en las construcciones cubistas. El lienzo ovalado en horizontal recuerda a su vez a la mesa de café típica o al tradicional espejo de época; los planos descompuestos simbolizan partes esenciales de objetos que están sobre la mesa o son reflejados en el espejo; así podemos distinguir la boquilla de una pipa, la rodaja de un limón, el cáliz de una copa , el periódico, al que hacíamos mención antes, los bordes de la mesa, las base de la silla o un cenicero.

La “ce” de Picasso

Según el DRAE, aunque la palabra vanguardia viene del léxico militar, tiene varios significados: por un lado, parte de una fuerza armada, que va delante del cuerpo principal; sin embargo, nos interesa aún más la segunda acepción del diccionario, avanzada de un grupo o movimiento ideológico, político, literario, artístico, etc., al estar relacionada con nuestro ámbito. Porque haciendo mérito al vocablo, los primeros movimientos artísticos de vanguardia aparecen antes de la gran guerra, defendiendo la diversidad de las ideas y los caminos alternativos que llevan al mismo lugar, a la admiración por el arte. En Naturaleza muerta con silla de rejilla, Picasso anuncia al espectador la “muerte” de una concepción o visión del arte, dando vida a una nueva generación y concepción de la creatividad; eso sí, no pretende que la compresión de la nueva visión de la pintura sea algo fácil, todo lo contrario, como cubista tratará de que reflexionemos sobre lo que vemos.

El artista malagueño, como cristales, descompone el único punto de vista utilizado hasta ese momento, y plasma sobre el lienzo con forma de ojo aquello que va más allá de lo que se puede ver, como una perspectiva meditada pero sin razón. El que mira tendrá que reflexionar sobre lo que observa para llegar a sus propias conclusiones. Admiramos esta capacidad de Picasso de incluir en un espacio tan reducido diferentes elementos. La obra transmite confusión en un principio, nos parece que no tiene coherencia, ni relación alguna; sin embargo, hemos comprendido aún más la corriente cubista, siguiendo las pistas que Pablo Picasso nos insinúa sobre el lienzo: “el ojo que todo lo ve”, en ocasiones, necesita un intervalo para adaptarse, sobre todo, en situaciones de cambios lumínicos bruscos; necesita tiempo, incluso, la lectura reposada de un periódico. Si buscamos respuestas a las seis preguntas básicas de la disciplina periodística (¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué?) comprenderemos el sentido del cubismo y amarraremos, además, el contexto histórico de comienzos del siglo XX. El artista, en definitiva, nos invita a tomar asiento —con una buena limonada, siempre que sea posible—, que al reflexionar obtengamos nuestras propias conclusiones evitando que nadie las tome por nosotros, y mucho menos confiar en una única perspectiva o punto de vista.





Por Víctor Manuel Arenas

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