martes, 7 de junio de 2011

La Estación de Saint Lazare


Óscar Sañudo López

ANALISIS:

Nos encontramos ante la obra Estación de Saint Lazare de Claude Monet, un oleo sobre lienzo datada en 1.887 y que podríamos catalogar temáticamente como paisaje urbano.

En cuanto a los elementos plásticos, cabe destacar la utilización de líneas simétricas en la cubierta de la construcción que orientan el interés hacia la figura central de la composición; la locomotora que llega a la estación. Respecto al volumen, son destacables las siluetas de los edificios del fondo, que se diluyen para crear un conjunto urbano más allá del interior de la estación, verdadera protagonista del cuadro. Monet consigue una perspectiva lineal gracias a las referidas líneas de la cubierta llevando el punto de fuga al centro de la composición, además del difuminado de contornos en los edificios y los diferentes tamaños de las figuras que transitan por la estación.

La luz diurna, que se filtra desde el techo acristalado, está condicionada por las nubes vapor que adquieren una tonalidad azulada por la luz del sol. El autor busca los efectos cambiantes de la luminosidad y al prevalecer los efectos coloreados y luminosos más que la descripción detallada de las máquinas o de los viajeros hace que en algunas zonas aparezca una visión casi abstracta. La pincelada empleada por Monet es muy rápida, para que la forma vaya perdiendo importancia ante el color y la luz.

La composición es equilibrada, para ello utiliza las líneas simétricas de la marquesina que ayudan a distribuir luces y sombras y convergen en la locomotora del centro, convertida en el centro de interés del cuadro. Es una composición variada, locomotoras, edificios, techos acristalados, andenes y figuras que ayudan además al dinamismo compositivo y a la sensación de movimiento logrado en buena medida por la etérea representación de las nubes de vapor y los distintos planos en los que sitúa a los trenes, creando esta sensación de movimiento tan presente en la obra.

La técnica pictórica utilizada es el óleo sobre lienzo, pintura exenta, soporte transportable.

COMENTARIO:

Monet acababa de instalarse en París tras varios años pintando en el campo y se interesa en los paisajes urbanos. En 1877, cuando se muda al barrio de la Nouvelle Athènes, solicita la autorización de trabajar en la estación Saint-Lazare, y ante nosotros tenemos hoy el resultado de ese trabajo. Ésta había sido, además, la primera estación parisina que se abrió al tráfico de viajeros. Monet la plasmó un mínimo de once veces.

En esta obra encontramos reflejada una de las bases del movimiento impresionista y de la propia obra del autor: la forma va perdiendo importancia ante el color y la luz. Sin embrago, en esta obre inscrita dentro de la serie referida, Monet, al tratarse de un paisaje urbano abandona los elementos tradicionales de sus paisajes rústicos: el agua y el aire. La obra refleja también el colorismo propio del movimiento impresionista y se observa ya una tendencia hacia la disolución de objetos que caracterizaría su obra en la última etapa.

CRITICA:

La obra de Monet nos traslada al París decimonónico con una facilidad sorprendente. Al reflejar un modelo constructivo propio de aquella época pero aún presente en tantas estaciones de trenes de Europa entera, nos resulta sencillo imaginar a través de esta representación los sonidos, olores y sensaciones de ese espacio, presentado en esta ocasión por el pintor con unos aires un tanto etéreos gracias a las nubes de vapor que se elevan hasta el techo acristalado y simétrico de los andenes.

No vemos, ni nos interesa ver, más allá del momento de ajetreo de la estación. No importa lo que hay más allá, los edificios aparecen difuminados al fondo, no resultan relevantes ni para el autor ni para el espectador: solo cuenta el movimiento, la llegada y salida de trenes, los pasos acelerados de empleados y viajeros por las plataformas. No les reconocemos, pero creemos intuir sus vestimentas y poder diferenciar a trabajadores y usuarios en ese vaivén parisino.

De manera que lo secundario importa en este cuadro de Monet pero con la finalidad de ensalzar más a la verdadera protagonista de esta composición: la estación de San Lázaro: podrían desaparecer figuras, edificios e incluso las locomotoras, pero permanecerían en nuestra retina la marquesina, las vías y las cristaleras envueltas en el vapor y tamizadas por la claridad diurna de la Ciudad de la Luz.

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